lunes, 24 de enero de 2011

El pacto del dragón y el caballero

Erase una vez un dragón muy malo con unos colmillos largos y de color muy muy blancos, como la leche. Al dragón le encantaba tener los colmillos siempre limpios, pero solo sabía limpiárselos echando fuego por la boca.  El dragón tenía un problema: no sabía echar fuego  si no peleaba.
Hace unos años el dragón tuvo una idea y pensó: "si capturo a la princesa y la encierro en un castillo, vendrá un guerrero y pelearé con él, echaré fuego y se me limpiarán los colmillos. 
Y así lo hizo, año tras año. Venía el guerrero todos los años a salvar a la princesa y el dragón se limpiaba los colmillos con el fuego.
Y un año, el guerrero vino a salvar a la princesa y le dijo: "Dragón, como no tengo caballo, todos los años tengo que venir caminando hasta este castillo para salvar a la princesa y pelear contigo, pero ya me he cansado, así que te propongo un trato". 
Y el guerrero le propuso: "No captures más a la princesa y yo te diré cómo se lavan mejor los colmillos". El dragón aceptó el trato y el guerrero le explicó cómo se lavaban los dragones los colmillos mejor.
Cerca del castillo había un río y el guerrero le llevó a ese río. Había muchas ramas. El guerrero sacó su espada, cortó una rama y se la dió al dragón.
El dragón cogió la rama y se lavó los colmillos con el agua del río. 
Así, nunca más volvieron a pelear entre el dragón y el guerrero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario