Un niño con un problema de la cabeza y que era muy mimado, un día se enteró de que en un país había niños con problemas y le pidió a sus padres que le llevaran ahí.
Era Semana Santa, por lo que fueron a la procesión. El niño le dijo a su madre:
–Mamá, mira esa niña pobrecita.
Entonces pasó justo por delante y empezó a rezar por la niña y la madre se puso a llorar porque el niño no pensaba solo en él sino en los niños que tenían problemas y todos los niños se curaron gracias a el.
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