Érase una vez un chico llamado Neil Armstrong que su sueño era ser astronauta y tocar la Luna por primera vez en la historia. De pequeño, él jugaba a los astronautas con un cohete de papel y unos muñequitos. Armstrong tenía miedo de que cuando despegaba el cohete explotara y también si le absorbiera un agujero negro.
Sus amigos no se podían imaginar que Armstrong quisiera ser astronauta.
Cuando tenía treinta años se apuntó al equipo de astronauta, le hicieron las pruebas de aprendizaje y las pasó correctamente.
Llego el día y se dijo a sí mismo:
- -¡Voy a ir a la luna y ser el primero en poner una huella en ella!
Amstrong fue a ponerse el equipaje e irse a la astronave, se despidió de su familia
y… Empezó la cuenta atrás “diez, nueve, ocho, siete…
shhhhhhhhhhhhhhhhhhhh. El cohete despegó de inmediato.
Cuando la astronave traspasó la atmósfera el cohete empezó a flotar por la gravedad. El cohete, se abrió en dos partes y soltó el Eagle 3.
El Eagle 3 se apoyó en la luna y Armstrong pisó la Luna ¡por primera vez en la historia!
Su familia se puso a llorar de alegría y la estación espacial empezó a gritar y llorar.
Armstrong puso la bandera de América en la Luna.
Media hora después cuando Armstrong fue a subirse a Eagle3 apareció un monstruo mejor dicho ¡un extraterrestre!
El extraterrestre se dirigía hacia Armstrong, no tenía ningún arma pero… Armstrong sabía karate entonces cuando el extraterrestre estaba delante de él le dio un puñetazo en toda la cara y se desmayó, mientras tenía tiempo para escapar.
Cuando el extraterrestre se levantó la nave ya estaba en marcha hacia la Tierra.
Cuando aterrizó el astronauta salió de la nave lleno de heridas, con mucha sangre y le llevaron al hospital. Al cabo de dos semanas Armstrong estaba en su casa curado.
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