martes, 26 de abril de 2011

El Rayo, por EVV

En el océano Atlántico navega un tranquilo barco de vela llamado el Rayo, con el viento a favor. Va cargado de tesoros recién traídos del nuevo mundo, tiene treinta cañones por banda y cuatro enormes mástiles con grandes velas. Precipitadamente, el vigía pega un grito:

-¡Vela a babor! 


El capitán español Francisco de Baleiro coge su catalejo y… efectivamente, se puede divisar un pequeño barco que se acerca rápidamente hacia ellos. El capitán dice con tono preocupado:-La bandera negra. ¡Filibusteros, zafarrancho de  combate, preparad los cañones! Al oír las ordenes del capitán, el Rayo vira en redondo sorprendiendo al enemigo, que no tiene tiempo de escapar de los cañonazos. -¡Tocado! Grita el capitán satisfecho. Sí, tocado, pero no lo suficiente como para abandonar el combate porque en el palo de atrás se iza otro pabellón: ¡El pabellón rojo! Exclama el capitán aterrorizado:-Eso quiere decir que no se harán prisioneros, será un combate a muerte.

De repente,  el barco pirata hace una maniobra que sorprende a la tripulación del Rayo y, rápido como el viento, descarga todos sus cañones de babor contra el objetivo. Cuando ambos están uno al lado del otro, el barco pirata suelta sus ganchos de abordaje y, un segundo después, un grito ensordecedor hace que los marineros y soldados se pongan en guardia. En un abrir y cerrar de ojos, los piratas van venciendo uno tras otro a los marineros y soldados que salen a su encuentro y les ganan casi sin esfuerzo, quedándose con el barco.

Cuando despierta, don Francisco de Baleiro se encuentra atado al mástil de su propio barco con el capitán pirata vestido con una túnica roja y un sombrero con plumas de oca. Éste se le acerca con un aliento que huele a alcohol y le dice:-¡Mírame bien, yo soy Parker El Rojo! Entonces el capitán responde agresivamente:-¡Y yo el capitán Francisco de Baleiro!
- ¿Con que mi nombre no te asusta, eh? Rebatió el otro con dureza.
- ¡Sinceramente no! ¿Que quieres de mí exactamente?
- ¡De ti no quiero nada, solamente vengo para que sepas que mañana te entregaré a mis hombres para que se las arreglen contigo y puedas morir en paz!

Durante la noche los malhechores se emborracharon mientras el capitán hacía grandes esfuerzos para soltarse. Cuando lo consiguió comió y bebió para reponer fuerzas y dijo frotándose las manos con una voz susurrante:-Disfruten sus últimos minutos señores. . .

Rápidamente, se dirigió hacia la bodega y se detuvo delante de los barriles de pólvora para hacer saltar por los aires el barco. Justo cuando iba a encender la mecha y darse a la fuga apareció Parker el Rojo con el sable desenvainado a punto de golpear al capitán quien, velozmente, desenvainó su sable. En unos segundos los dos aceros chocaron entre sí y el español le dio una gran estocada cayendo el capitán pirata desplomado en el suelo.

Don Francisco dijo:- ¡Ya está, que Dios le perdone todos sus crímenes, aun así era un pillo hecho y derecho! Una vez encendida la mecha salió corriendo en dirección a los botes salvavidas y empezó a remar con todas sus fuerzas. Cuando ya estaba cerca de la playa el barco saltó por los aires y el capitán gritó con todas sus fuerzas:- ¡Hurra se hizo justicia!

Años más tarde los indígenas de aquella isla acogieron al capitán hasta que un barco español que pasaba por allí le recogió.

Cuenta la leyenda que Parker el Rojo merodea a bordo del Rayo por los mares buscando venganza e intentando destruir a los barcos mercantes que se acercan a él.   

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