miércoles, 23 de febrero de 2011

Caminamos a Belén

Erase una vez en un reino de Oriente Tres Reyes Magos que se enteraron que había nacido un niño, pero no un niño normal sino el hijo de Dios.  Como no sabían dónde había nacido tuvieron que esperar tres horas.  Entonces apareció una estrella fugaz ¡Ehhhh! Vamos a pedir un deseo dijo Baltasar.  ¡¡¡SABER DÓNDE HA NACIDO EL NIÑO DIOS!!! Dijeron al unísono.  Y se cumplió, porque la estrella fugaz giró en redondo y dijo: ¡Venga ya! no os quedéis ahí “paraos” y seguidme.  Sus majestades no se lo pensaron dos veces, cogieron a los camellos y a los pajes y se fueron.

 Después de cuatro días de un largo viaje los Reyes Magos llegaron al “DESIERTO SOMBRÍO”, el  único desierto del mundo en el que no hay vida.  Por eso se llevaron un susto de muerte cuando vieron una serpiente cascabel del desierto que les miraba con unos ojos hambrientos…

Por favor no nos ataques ni nos comas, si no no podremos llevarle al Niño Dios nuestros regalos dijo Melchor. Lo sssiento dijo la serpiente, llevarosss mi cassscabel como regalo para el niño y que con él ssse haga un sssonajero. Ok dijo Gaspar y se lo llevaron con ellos.

Pasados dos días de viaje se encontraron con “LA SABANA DEFORESTADA” un lugar donde existe un solo árbol y lo peor de todo es que se vieron las caras con un león.  Por favor no nos ataques si no no podremos dar nuestros regalos al Hijo de Dios dijo Baltasar.  Lo lamento mucho dijo el león con una profunda voz, llevaros mi melena para que el niño se haga una manta y no tenga frío.  ¡Vale! Dijo Melchor y la guardaron con mucho cuidado.

Transcurrieron tres días cuando se encontraron a un perrillo de las praderas que les mordió a todos en el pie creyendo que le iban a quitar su comida.  Baltasar lo intentó coger pero se escondió en su madriguera y sin previo aviso salió la madre y sacó los dientes.  Por favor no nos ataque si no no podremos llevarle nuestros regalos al Niño Dios dijo Gaspar.  Lo siento dijo la perrilla: sal hijo y pídeles perdón.  Todas mis disculpas dijo el animal llevadme con vosotros como regalo y así le haré compañía y le defenderé para que nadie le haga daño.  ¡Como tú quieras! Dijo Melchor y se fue con ellos.

Pasados dos días más, les quedaba un solo día para llegar a Belén cuando acamparon para dar de comer y dejar descansar a los camellos y entonces apareció una luciérnaga y les preguntó: ¿a dónde vais? Vamos a Belén a ver al hijo de Dios respondió Gaspar.  Entonces me voy con vosotros para dar luz al niño en las noches oscuras y que no tenga miedo.

A la tarde siguiente entraron en la ciudad y la estrella les guió hasta el pesebre. Cuando llegaron se arrodillaron y además de darle el oro, el incienso y la mirra le entregaron el cascabel, la melena, el perrillo de las praderas y la luciérnaga.  El niño de lo contento que estaba empezó a reír y como ya sabéis la risa es contagiosa y todos: el buey, la mula, La Virgen, San José, los pastores y los mismísimos Reyes Magos se contagiaron de aquella alegría, que también todos nosotros sentimos en Nochebuena al recordar que el Niño Jesús ha nacido.

1 comentario:

  1. ¡Muy bien escrito, me ha gustado mucho! Sigue publicando y escribiendo, Jaime.

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