lunes, 7 de febrero de 2011

Soñando con el Lejano Oeste

Son las 10:00 p.m., me tengo que acostar, a lo mejor puedo contaros un cuento. Creo que tenéis suerte, bueno pues ahí va:
Era sábado por la mañana, el sol brillaba en el cielo, yo ya estaba despierto.  Avisé a mi hermano Álvaro y le dije: - ¿qué tal una carrera de caballos por el monte? El me respondió: - Vale, ¡a ver si me ganas!
Yo fui a coger a Rayo,  un caballo negro precioso con un pelo brillante como un diamante. Mi hermano Álvaro cogió directamente a Rocinante el caballo de mi padre, marrón y blanco.

Empezamos a trotar hasta que llegamos a un hermoso río, donde establecimos la línea de salida. Y galopando a toda velocidad recorrimos varios kilómetros antes de llegar a la meta, atravesando un bosque chulísimo, con todo tipo de animales como por ejemplo: osos pardos, cacatúas, búhos, serpientes y muchos más.
La meta estaba situada al final de una llanura seca y detrás un pueblo que tenía un rancho.
Era un auténtico Rancho del Oeste, con una valla de madera de roble macizo rodeándolo por los cuatro costados, y en la entrada un letrero que ponía: “Jack el Nº1”. En ese momento pensé que era una gran oportunidad para convertirme en una leyenda de los cowboys.                                   
 De pronto oímos otro caballo, le paré a Álvaro, y nos apartamos de su camino, él también se detuvo y volviéndose hacia nosotros nos dijo:-Os desafío a un rodeo mañana por la tarde, aquí en “Pueblo de Trampas”. Si queréis saber quién soy yo, lo tenéis en ese cartel. Yo al principio no sabía muy bien a lo que se refería, pero poco a poco lo empecé a entender; me quedé alucinado, me di la vuelta y sin pensármelo dos veces le dije asustado: -¡Tenemos que avisar a mamá y a papá! – Álvaro, reaccionó como si se le estuviesen quemando las galletas en el horno, me dio una palmadita en la espalda para avisarme y salimos zumbando.
Pasamos por sitios preciosos, pero claro no estábamos de cachondeo. Una vez ya en “Pueblo Pacífico” nuestro maravilloso pueblo buscamos nuestra casa. Cuando la encontramos avisé a mis padres y les dije:-Rápido, no tenemos mucho tiempo.-¿Qué pasa? Interrumpió mi madre. Yo dije: - Mira, estábamos  galopando y de repente nos topamos con Jack Nº1 y me desafió a un rodeo. De pronto, mi padre intervino asustado:-Ha-ha-ha-has di-di-di-cho Jack Nº1. – Sí, afirmé-. Mi padre me informó diciéndome: - Por si no lo sabes, es el mejor  cowboy de todos los tiempos. Nadie le ha vencido jamás en un rodeo. Mañana por la mañana cogeremos nuestros caballos y partiremos rumbo a “Pueblo de Trampas”, así que descansa todo lo que puedas; también va por ti Álvaro.
A la mañana siguiente, desperté pronto a: Álvaro, a mi madre y a mi padre. Nos pusimos en camino hacia “Pueblo de Trampas”. Esta vez pasamos por un camino diferente y tengo que reconocer que era más corto, pero más acalorado.
Era ya el mediodía, nos faltaba medio kilómetro. Cuando llegamos a nuestro destino, nos dirigimos hacia la plaza del rodeo. Parecía que estábamos en Madrid, había focos y todo.
Llegó la hora de la verdad, fue primero Álvaro. Parecía que se iba a caer pero con un movimiento alucinante consiguió vencerle. Era mi turno, me temblaba todo, pero saqué fuerzas de donde no tenía y pude con él.                            
Fuimos desde entonces los mejores cowboys de todo el pueblo ¡que alegría!
Cuando estaba mas emocionado, pumba me caí de la cama y me desperté. ¡Ha sido sólo un sueño! Que decepción. Bueno, espero que al menos os haya gustado. Ahora se lo voy a contar a mis padres a ver si se lo creen.

Dedicatoria: este cuento se lo quiero dedicar a mi abuela Marite por todo lo que me ayuda siempre. Gracias abuela, te quiero.

1 comentario:

  1. ¡Muy bien Gonzalo!, me ha gustado mucho. !Sigue escribiendo y publicando en el blog!,!A por ello!

    ResponderEliminar