domingo, 6 de febrero de 2011

Otra vez Jesús en el pesebre

Hola amigos lectores. Me llamo Álvaro.
Os voy a contar una historia que le ocurrió a un amigo que tenia que se llamaba Jesús.
Resulta que un día Jesús me invito a ir con el al campo.
El campo al que fuimos estaba lleno de flores de muchos colores. También tenía muchos árboles, musgo y hierba.
Estuvimos un buen rato jugando al pilla – pilla y después nos fuimos a comer un buen bocadillo de chorizo,¡ÑAM, ÑAM!
Después de comer les preguntamos a sus padres que se llamaban María y José:


-¿Podemos ir a jugar a aquellas rocas de allí, por favor?
-Sí, pero tened cuidado e intentar no caeros, a ver si os vais a romper alguna pierna.- Contesto María.
Jesús y yo nos fuimos a las rocas y empezamos a subir y bajar rocas. Después jugamos al escondite y me toco contar:
-uno, dos, tres, cuatro…y así hasta 50.Cuando terminé de contar, fui a buscar a Jesús. Estuve un buen rato buscándole pero no lo encontré.
Por si acaso, seguí buscándole hasta que encontré un hoyo muy profundo y entonces grite:
-Jesús, ¡¿estas ahí?!
Al principio solo oí un leve gemido y entonces volví a gritar  y ya escuché con claridad esto:
-¡Álvaro, Álvaro, estoy en este agujero!
-Jesús, ¿estás bien?, ahora vuelvo con ayuda.
-¡Nooo! Espera un momento, no te vayas todavía. Mi Padre Dios quiere que vuelva a revelarme al mundo.
-¿Quééé? No te entiendo. ¿Revelarte?
-Sé que ahora no puedes entenderlo, pero ya te lo explicaré poco a poco. Tienes que contarles a mis padres lo que te acabo de decir. Yo tengo que quedarme aquí hasta que llegue el día de Navidad.
-¡Cómo vas a estar ahí tantos días! Tendrás hambre y frío.
- Vale, me tienes que traer una manta y comida cada tres días. ¿Lo harás?
- Claro, ¿quieres algo más?
-Ah! sí. El día de Navidad vendréis los tres a buscarme, y tenéis que traer una cuerda para sacarme de aquí.
-Muy bien, pero primero tengo que ir a buscarte algo de abrigo y comida para esta noche. Enseguida vuelvo.
Me fui a donde estaban los padres de Jesús y les conté lo que él me había dicho. Como sus padres sí lo entendían no me preguntaron nada.
Cogí la comida y un mantel y se lo llevé a Jesús.

Cada tres días, María y José me acompañaban al monte donde estaba Jesús. Después de cenar con Jesús, él me explicaba qué significaba que se iba a revelar a los hombres.
Sólo quedaban 5 días para que Jesús se volviera a revelar y yo estaba muy nervioso. Cuando por fin llegó el gran día, María, José y yo preparamos todo y nos fuimos al monte donde estaba Jesús. Cuando llegamos al hoyo empezamos a llamar a Jesús. Como no estaba, nos empezamos a preocupar. Cuando nos íbamos a ir porque no le encontrábamos, algo empezó a brillar  detrás de nosotros; nos giramos y vimos un bonito portal. La luz venía de una hermosa estrella que estaba encima del portal. Mientras observábamos aquella maravillosa escena, Jesús se nos acercó diciendo:
-Me habéis obedecido y vais a ser premiados, pero ya os premiaré más tarde, ahora hay que hacer lo que hay que hacer.
Cuando Jesús terminó de hablar, la estrella empezó a desprender más luz hasta que nos dejó cegados a todos. En ese instante se escuchó la voz de Dios que decía:
-Mi hijo va a revelarse otra vez al mundo para que haya más cristianos y también haya mucha paz y armonía.
Cuando Dios acabó de hablar, la estrella dejó de desprender tanta luz y recuperó su aspecto normal. Entonces vi que Jesús estaba tumbado en un pesebre (porque habían retrocedido varios años) y a su lado estaban María y José. Gracias al destello de la estrella, muchos pastores fueron acercándose al bonito portal y le entregaban todo tipo de cosas al niño Jesús: lana, fruta, leche, corderitos… Los que no tenían nada, como los niños, le cantaban canciones al niño, que ahora  conocemos como  villancicos.       

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