domingo, 6 de febrero de 2011

He salvado un elefante

Hola! mi nombre es Jone, soy Americano aunque vivo en África. Os voy a contar una historia que me paso el día de mi cumpleaños. Aquel día era un día de los más calurosos del año. Cotín, jefe de safaris, me conocía más que a nadie y sabía que lo que más me gustaba era uno de sus safaris. Así que me llevo a hacer uno de sus safaris tan conocidos. Partimos al atardecer. Íbamos en un coche cuando, de repente, un ruido tremendo me dio un susto que casi me muero, pero Cotín preocupado me dijo:





-       “ No te asustes, solo son cebras corriendo”.
Vi que de repente unas cebras estaban ayudando a otra cebra que estaba de parto. A pesar de todos sus esfuerzos no lo conseguían, así que fuimos en su ayuda. De repente, la pequeña cría de cebra sacó la cabeza y ya podía respirar. Dimos otro tirón para afuera y salió de golpe. No era una cebra cualquiera si no que era marrón con rayas blancas. Todas las cebras salieron corriendo menos una que era la madre. Se acercó a mí y me dio un lametón como diciéndome gracias y corrió con las otras cebras.
Cotín y yo seguimos con el safari. El siguiente animal que vimos fue un cocodrilo y después vimos una anaconda de ocho metros. En mi vida había visto una serpiente con tanta longitud. Ya se estaba escondiendo el sol y nos teníamos que ir a casa cuando, de pronto, vimos un elefante muy grande pero no nos pudimos acercar, porque se estaba haciendo de noche y no nos quedaba mucha gasolina, o eso fue lo que dijo Cotín. Total, que volvimos al poblado.
Al día siguiente me dijo Cotín que si quería ir a hacer otro safari, pero esta vez andando. Salimos del poblado. Cerca de nosotros, a cinco metros, había un elefante. Nos acercamos a ver. Era gigante, pero lo raro de todo es que se dejaba tocar. Tenía unos colmillos largos y afilados,  pero me di cuenta de que tenia una M con tres puntos. Cotín no sabia lo que significaba eso, así que yo tampoco.
Cotín y yo seguimos con nuestro safari a pleno sol y sin casi agua. Decidimos comer algo, así que nos sentamos a la sombra, encendimos un fuego  y ala!, a zampar. En 15 minutos no quedaban ni los restos. Los dos estábamos llenos y nos echamos una siesta. Cuando me desperté, me di cuenta de que Cotín había desaparecido. En el sitio en donde se tumbó, había un papel con una M y tres puntos. Me sonaba un montón hasta que dije: “ claro! el elefante”,  pero, ¿qué tendría que ver la desaparición de Cotín con un elefante? Eso me preguntaba yo, así que fui en busca del elefante. 
Me tuve que recorrer África entera para encontrar al elefante, pero por Cotín cualquier cosa. De repente, vi al elefante, me monte encima de él y al cabo de media hora se metió dentro de una cueva. El elefante se iba hacia donde había personas, pero yo me tenía que bajar, si no quería que me descubriesen. Vi que al elefante le estaban maltratando. No lo podía permitir por que el elefante es mi animal preferido. La gota que colmo el vaso fue que Cotín estaba ahí y no hacia nada para impedirlo. Fui a avisar a Úsala, jefe del poblado, se lo comenté todo, en ese instante silbó y vinieron 5 señores. Cada uno cogió un arma.
Úsala me dijo que les llevase a donde estaba la cueva y me dijo que yo tendría que ser el cebo. Total que yo les grite "¡hola! ¿Hay alguien por aquí?". De pronto salieron 6 señores que me cogieron pero en ese instante Úsala silbo y los cinco señores arrestaron a los seis señores, uno de ellos era Cotín el me dijo que el no había echo nada sino que le obligaron. Yo reconocía cuando me mentía pero esta vez estaba siendo sincero conmigo, así que le dije a Úsala que si le podía liberar que el no había hecho nada, dijo que sí y fue liberado.

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