-Su hijo Ramón ha faltado a clase hoy, la policía le ha pillado bebiendo alcohol en un rincón de la calle con sus amigos y sólo tiene 16 años. -Le decía Oscar, el profesor de Ramón, a su madre Rosa.
-Le aseguro que no volverá a pasar, hablaré con él y le pondré un castigo. -Le aseguró la madre.
-Está bien Rosa, a tu hijo le daré una oportunidad para que cambie su actitud y si no cambia tendré que expulsarle del colegio. ¿Entendido?
-Descuide, mi hijo cambiará. -Le respondió la madre.
La madre estaba preocupada, no sabía que hacer. Al poco tiempo, la madre se quedó dormida y empezó a soñar, soñaba que Ramón no cambió, que le expulsaron del colegio; más tarde se fue a la cárcel por tomar drogas y a los 30 años sale de la cárcel y más tarde se muere. En aquel sueño se le aparecía Díos y la decía a Rosa que educase bien a sus hijos porque si no Ramón acabaría así de verdad y a su hija Marta que si seguía no estudiando casi nada, no haciendo los deberes y sacando ceros en los exámenes acabaría siendo barrendera, camarera o algo peor. También ayuda a tu marido que no va a misa, ayúdale a que tenga fe. Esta era su misión en la tierra, Dios le deseó buena suerte. La madre se despertó de repente al oír el teléfono.
-Dígame. –Dijo la madre.
-Hola, soy la profesora de su hija Marta. Le quería comunicar que últimamente las notas que saca son sólo suspensos. Por favor, le ruego que hable con ella y que le ponga un buen castigo, gracias y adiós. -Le explicó la profesora a la madre.
-Mi familia tiene que cambiar. -Pensó la madre.
Ramón y su familia tienen que cambiar de colegio; han de venir a Aldovea. ¡Sigue así Dani!
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