miércoles, 23 de marzo de 2011

Aventura en el Acuario


Era un lluvioso día de otoño cuando sonó el teléfono, era mi padre, que llamaba para decirnos que íbamos a visitar el acuario. Lo mejor de todo es que mis hermanos mayores estaban en el cine, así que aproveché la ocasión de disfrutar un día sin mis incordiosos hermanos mayores.
Ya en el acuario empecé a tomar notas de especies desconocidas y raras, pero poco a poco empecé a aburrirme, así que me dirigí a una puerta donde ponía “Cuidado, animales peligrosos”. Abrí la puerta, inconsciente de que iba a vivir una aventura.

En esa sala estaban los tiburones, entre ellos “El gran blanco”, delfines, tortugas, focas, leones y elefantes marinos. Pero aún así, estaba inquieto; sentía como si alguien me estuviera observando y así era, un cangrejo gigante como Gozilla, alargó su pinza y me cogió. Entonces, alguien entró en la sala, ¡era mi padre! El cangrejo me escondió detrás de un contenedor y luego se metió en el agua, donde disminuyó su tamaño. Durante el rato que estuvo mi padre observando la sala, me dio tiempo a tramar un plan. El plan consistía en lo siguiente: necesitaba conducir al cangrejo a la zona de los tiburones, meterme en el agua y llevarlo hasta el tiburón blanco.
Entonces, se fue mi padre y salí del sitio donde me había colocado el cangrejo y cogí un traje de buceo que encontré afortunadamente y me lancé al agua que estaba fría como el hielo. Lo malo es que resultó que el cangrejo se había metido en una jaula distinta a la que habitaban los tiburones. Ya dentro de la jaula donde estaba el cangrejo, lo atraje haciendo movimientos bruscos y cuando se dirigió hacia mí, salté una valla de seguridad y me fui corriendo con el cangrejo detrás de mí hasta la jaula de los tiburones. Di un salto, me sumergí y el cangrejo conmigo, pero para cuando se había dado cuenta de que había caído en la trampa, ya estaba en la tripa de uno de los tiburones.

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