martes, 15 de marzo de 2011

Aventura en el Hotel

Estaba yo nadando en la piscina del hotel, disfrutando de mis vacaciones en Tanzania, cuando gritó mi madre desde la terraza de la habitación:
-   ¡Fred, sal del agua! Hay que cambiarse para  jugar al escondite con tus amiguitos en el hotel. Corre o llegarás tarde.

Salí del agua, me sequé y me cambié como un rayo. Por suerte, no llegué el último, lo que significaba que no la ligaba. Roberto, uno de mis amigos empezó a contar en alto, pensé un escondite y me dirigí escaleras arriba, hacia la azotea. Ya arriba, oí unos gritos y unas canciones, gruñidos, bufidos, cristales rompiéndose, etc.… Pero yo no quería bajar porque pensaba que eran mis amigos y no quería que porque estuviese con ellos, me echasen a mí también la bronca, así que seguí tomando el sol, disfrutando del calorcito y durmiendo allí arriba.
Entonces, me desperté, miré el reloj y ¡madre mía, ya eran las seis, tenía que bajar a merendar! Pero cuando bajé, me llevé un susto y una tristeza terrible: todo estaba destrozado y allí no había nadie. Salí al exterior y llamé a la policía, mientras venía, subí a mi habitación y cogí mi pistola de balines. De repente, una pata se posó sobre mi hombro, me di la vuelta y ante mí pude ver una pandilla de rinocerontes con gorras, tatuajes, pendientes y gafas de sol. ¡Los rinocerontes raperos! El cabecilla era uno tan grande como un armario y se llamaba Roni, además llevaba unos cascos para escuchar música. Me ataron de pies a cabeza, pero justo llegó la policía y desgraciadamente escaparon. La policía me desató y empezamos a buscar pistas para encontrar a los demás. Entonces, un policía abrió la puerta de la despensa y allí estaban mi madre, mi hermano, mi padre, mis amigos, el personal de cocina, etc.… Desde luego que todos pasamos una experiencia terrible, pero, al menos, volvíamos a estar juntos.

1 comentario:

  1. Es muy original y divertido, Gabriel. Me ha gustado mucho. ¡Sigue escribiendo!

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