lunes, 28 de marzo de 2011

Un fantasma en el armario, por Jaime Caruncho

Un día, abrí la puerta de mi armario y vi la ropa moviéndose. Metí la mano para ver si había alguien, pero, no había nadie. Entonces pensé que sería un fantasma el que estaba dentro, cerré rápidamente la puerta del armario y bajé al sótano. 

Allí había una mesa y estanterías con productos químicos. Encontré un viejo libro, lleno de polvo, con las hojas rotas. Había recetas para hacer experimentos. Pasé las hojas hasta llegar a la letra: I. Pero allí no estaba la receta para convertir a un fantasma visible.  Busque en la letra: V  y estaba en esa página. 

Tenía que echar: ancas de rana, pelos  de foca, alas de murciélago y ojos de tiburón. Todos esos ingredientes estaban metidos en botes. Los cogí, los eché en un bote de plástico y los batí con la batidora. Luego, subí a mi cuarto, abrí el armario y vertí el líquido verdoso sobre el fantasma. 

De repente, aparecieron unos pies y el fantasma se volvió  visible. Empezó a perseguirme por mi habitación, salí de allí, cerré la puerta con pestillo y se quedó encerrado. Pasaron dos horas y entré otra vez. La persona estaba sentada en la silla leyendo, me acerqué y no me hizo nada.  Estuvimos un rato hablando y nos hicimos amigos. Se lo conté a mis padres y no se lo creyeron pero se lo presenté. Le preguntamos si tenía nombre y dijo que no, entonces le llamamos Juan.

1 comentario:

  1. Me a encantado Jaime.
    FELICIDADES. Podrías haberlo agrandado un poco mas el cuento pero esta muy bien.
    Sigue publicando.

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