Un día un grupo de cebras se reunieron para cruzar un río porque en la otra orilla había mucha comida. Ese río estaba lleno de cocodrilos, y no podían cruzar sin poner su vida en peligro.
Resulta que una vez cada diez años llovía mucho, mucho, mucho y el río crecía tanto que arrastraba todo lo que se le ponía por delante, incluso a los cocodrilos que estaban dentro. En la selva lo llamaban “la gran tormenta”.
Afortunadamente para las cebras, esa tarde empezó a nublarse y a caer un chaparrón impresionante… Los cocodrilos se imaginaban que estaba a punto de llegar “la gran tormenta”, y asustado empezaron a resbalarse con el barro y a intentar nadar hacia delante. Solo habían pasado nueve años y medio, y no era “la gran tormenta”, solamente una pequeña lluvia.
Las cebras se rieron mucho de lo cobardes que son en realidad los cocodrilos. Parecen muy peligrosos con esos dientes tan enormes, pero salieron huyendo tan deprisa... que resulta que se estrellaron contra una piedra gigante y aún así tuvieron suerte porque detrás había una enorme catarata.
Una vez terminada la tormenta, y sin cocodrilos en el río, las cebras cruzaron tranquilamente a la otra orilla.
Como había llovido, la hierba estaba mas apetitosa y mas crujiente que nunca.
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